Cómo no añorar Belice

Su matriz turística es diversa, tiene atractivos en tierra firme y en las aguas del extenso mar Caribe. Pesca y windsurfing son tan solo algunas de las actividades que podrá experimentar en un paraíso que aún reclama parcialmente Guatemala.

Esa inmensidad, ahí bajo mis pies, pro­funda como una zarca mirada, extensa, rayando en el horizonte. El sol también me acompañaba, no le era indiferente mi llegada a las tierras del clan Bahiano (nombre dado a los primeros poblado­res), era la mejor y más cálida bienveni­da a Belice, uno de los bellos preámbu­los de Centroamérica al Atlántico.

 

Mar de Belice visto desde el aire. Noviembre de 2013.

 

It is a magnificent land. Welcome, fue­ron las primeras palabras que escuche a mi llegada, nada inusual si recordamos que Belice es el único país de América Central en donde el idioma oficial es el inglés, lengua materna del 3 por ciento de la población y el idioma preferido, por sobre el español, incluso por cen­troamericanos residentes en esas tierras.

Así, el recorrido de 6 días iniciaba y la andanza por el territorio de 22 mil 966 kilómetros cuadrados, una extensión ligeramente más grande que El Salvador o Israel, estaba en marcha.

La travesía

Eran las 15:45 del martes 5 de no­viembre. El primer destino: San Pedro Tow, Cayo Ambergris, La Isla Bonita, un seudónimo que bien dicen los beliceños inspiró la canción homónima de Ma­donna, un mito que hasta hoy no se ha confirmado, pero que no le quita al lugar lo paradisiaco que es.

En aquel sitio las atracciones son va­rias, pero la que los lugareños apuestan como una de las principales es la prácti­ca de snorkeling en la reserva marina Shark Ray Alley / Hol Chan, donde na­dar con Tiburones Gata y Rayas puede resultar tan natural.

Esta área protegida del mar, que abar­ca unos 18 kilómetros cuadrados de los arrecifes de coral y que constituye una mínima parte de la segunda barrera de arrecifes más larga del mundo también es cercana a Caye Caulker, otra isla beli­ceña llena de diversión.

Tanto Caye Caulker como San Pedro se encuentran al norte de Belice, donde el encanto y la fascinación del mar pue­den llevarlo por distintos puntos del arrecife de coral mesoamericano, entre estos:

  • Blue Hole
  • Emerald Forest Reef (Arrecife Bosque Esmeralda)
  • Glover Reef (Arrecife Glover)
  • Half Moon Caye (Cayo Media Luna)
  • Long Caye Wall
  • Ca­yos Sapodilla
  • Reserva Marina del Cayo Southwater
  • Barrera Southwest Caye Wall y
  • Atolón Turneffe.

 

Playa de Belice.

 

Avanzaban los días y la ruta nos lleva­ba hacía el corazón del distrito de Belice, la ciudad del mismo nombre, el mayor centro de población en el país y el centro cultural de la zona, una mezcla vibrante de viejo mundo, encanto y las comodidades modernas. La arquitectura colonial y los recuerdos históricos de las viejas co­lonias son predominantes.

Muy cerca de este último punto se en­cuentra Belmopán, la capital beliceña, antesala a lo que algunos terminan por llamar el Belice occidental, hogar de las ciudades gemelas de Santa Elena y San Ignacio y la ciudad fronteriza de Benque Viejo del Carmen, junto con los bos­ques, cuevas y cascadas del Mountain Pine Ridge y grandes ciudades mayas, entre ellas Xunantunich.

Esta parte de Belice (el oeste) es muy par­ticular, si uno circula por el sector en las mañanas, encuentra como mínimo unas 60 bicicletas de guatemaltecos que vienen de Melchor de Mencos a trabajar a Belice. Aquí quizás ganen Q125 al día, en Melchor quizá no ganen ni los Q50. Acá ellos en­cuentran el trabajo que no tienen en nues­tro país, dice Sergio Paiz, un zacapaneco radicado en San Ignacio, Belice, desde hace más de 15 años. Es empresario del turismo y dice sentirse con más oportu­nidades en aquella nación que en Guate­mala. Tal vez por lo anterior, al momen­to de comparar el Índice de Desarrollo Humano (IDH) entre Belice y Guatema­la, la nación beliceña puntea mejor; se ubica en el puesto 96 y Guatemala en el 133, según la medición de 2012.

Turismo, motor económico

La mayoría de migrantes en Belice provie­nen de El Salvador, Honduras y Guatema­la, en su orden, destaca Rony Robayo, consultor turístico, quien añade que en Belice, de una población total de no me­nos de 350 mil habitantes, unos 50 mil son centroamericanos que laboran prin­cipalmente en las fincas bananeras o de naranjas.

Robayo, empresario de descendencia inglesa y uno de los casi 245 mil belice­ños dedicados al turismo, la principal actividad económica de aquella nación, vive en el popular centro de turismo del distrito de Stann Creek, la península y aldea de Placencia, donde una mezcla de cultura y aventura que va desde la vista a las montañas Mayas hasta la arena dora­da de las playas, espera por los visitantes.

Es aquí donde también reside y labora Eleazar González, guatemalteco origina­rio de Petén y empleado como supervi­sor de seguridad en uno de los hoteles costeros. Llegue aquí desde los tres años y aunque retorné a Guatemala en los años 90 para enlistarme en el ejército, hoy creo que ya no regresaría. Acá puedo ganar en­tre $40 y $50 al día, en mi país esto no po­dría ser. Aquí he ascendido en mi puesto y sé hablar inglés, lo cual me ha abierto mu­chas puertas, reflexiona este compatriota mientras nos explica que uno de los atractivos turísticos de la zona es la visita a la isla de Silk Cayes, una porción de tierra desierta situada justo en la barrera de coral y a donde se llega luego de 45 minutos de viaje en yate.

La práctica de snorkeling bordeando todo el islote es algo que apasiona a los turistas, quienes posteriormente pueden almorzar en esa minúscula porción de tierra anclada al Caribe.

 

Belice es de Belice

Como si nada el tiempo de visita se ha consumido y mientras recojo las últimas opiniones de beliceños y guatemaltecos en aquellas tierras, sobresale algo muy particular: González y Paiz creen que el reclamo territorial de Guatemala sobre Belice es legalmente correcto, pero algo que moralmente no debe suceder, pues los ciudadanos han decidido esta soberanía, dicen, en tanto creen aproximar que Be­lice no estaría desarrollándose a tal punto si estuviera bajo la jurisdicción del go­bierno guatemalteco.

Cuando yo viajo por todo Petén e Izabal, ningún guatemalteco en esos lugares quiere oír que una parte de Belice podría ser de Guatemala, por qué, porque esos guatemal­tecos no tendrían la casa de concreto que hoy tienen o la condición de vida mejorada que hoy poseen si no vinieran a trabajar a Belice, o si no trajeran a sus hijos a estudiar acá y a aprender inglés. Nosotros no vota­ríamos para ir a alguna Corte Internacio­nal, no tenemos nada que ir a hacer a una instancia de ese tipo. Nosotros tenemos nuestra identidad y nuestra libertad, con­cluye Robayo.

Con todo, Belice tiene una matriz tu­rística muy diversa:

  • La Barrera de Coral de Belice (segunda más grande del mundo)
  • Más de 450 cayos (islas)
  • Exce­lente pesca
  • Aguas seguras para nadar, navegar, hacer windsurfing, rafting en cuevas, bucear y snorkeling.

También numerosos ríos para hacer rafting y kayaking, varias junglas y reser­vas de vida silvestre, lugares para hacer caminatas, avistamiento de aves y tours en he­licóptero. También cuenta con el sistema de cuevas más grande de América Central, 544 es­pecies de aves y una bien preservada be­lleza natural.

En fin, con tanto vivido y con tanto por experimentar en las tierras del clan Bahiano, el paraíso que aún reclama par­cialmente Guatemala, ¿cómo no añorar Belice?

0 Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*